lunes, 20 de enero de 2014

Trece cuentos

Son los que vi en esos ojos grandes y vidriosos. Desgarbada figura, que me era tan familiar, aunque de otra época esta vez. Y poco faltó para perder la compostura y salir corriendo entregando el alma al llanto desesperado del condenado a muerte por un delito menor. Pero el juez se levantó de mal humor aquella mañana, y la sentencia resonó en las esquinas de la iglesia donde se casaban la loca y el científico. Todo lo  que no sucedió se guardó para siempre en su memoria, y la canción de Bruno Mars que traducías una y otra vez me recordará para siempre lo que tendré que hacer un día. Pero ya llegará.
 El sol se pone más temprano hoy. Anochece. Romper el silencio entre caladas será mi nuevo plan.
Perdido y solo, pero vivo y libre, sentado en aquel avión mirando el cielo, pensaba en lo poco convincente que parecía toda su vida. Tan lejos.
¿Será casualidad aquella preferencia? ¿Es la historia que me recuerda a mi vida y por eso me gusta tanto, o me gusta tanto la historia que mi vida se acaba pareciendo a ella? El final es largo, espero que sea eso.
¿Lo de los cuentos? Siempre son doce, el número trece no es como los demás.

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