lunes, 27 de enero de 2014

En algún mundo

Paso, paso, giro, reverencia y cambio de compañero - siguió sonando el vals. El pianista buscaba unos ojos en la multitud mientras sus dedos se resolvían con facilidad sobre las teclas de aquel instrumento que le era tan familiar. Perdía el tiempo, hoy tampoco había venido. Hacía meses que no aparecía. Pero no podía perder la esperanza. Crispaban los nervios, la partitura perdía sentido, sus manos se negaban a seguir las reglas de los compases, se rebelaban contra las imposiciones de los tiempos y los silencios, aumentaban el ritmo de los giros, las notas subían abruptamente de tono, dando un matiz violento a la melodía que atravesaba la sala en busca de esos ojos que necesitaba ver. Poco a poco todas las parejas se detenían y lo miraban. Una aguda e hiriente nota acabó la melodía con un desesperado interrogante y se impuso un respetuoso silencio.

Paso, paso, giro, reverencia y cambio de compañero - siguió sonando el vals.

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