sábado, 29 de marzo de 2014

Las vidas de Yenia

Algo no iba bien. Hacía un momento iba de mesa en mesa atendiendo a los clientes, tomando nota, llevando comida y sake. Pero paré para escuchar a aquel hombre. No le recuerdo, ni su cara, ni su voz, ni lo que quería, pero el tiempo se paró. Un pitido agudo se extendió por mi consciencia, el ruido del salón pasó a un segundo plano, mi vista se nubló, recuerdo pensar que aquello debía de sentir una persona a punto de morir, o a punto de un ataque al corazón. Recuerdo sorprenderme, no sabía que estaba tan cansada. A través del pitido llegaba el sonido amortiguado de la voz de aquel hombre. Mis manos apuntaban su pedido, mi voz decía algo. El pitido se alejaba. A partir de ese momento algo cambió. La consciencia se separó del resto, vuelve a veces y me sorprende saber el tiempo transcurrido en su ausencia, hago cosas sin ser consciente, bromeo con los clientes, voy a sitios, hablo con personas... Pero no estoy allí. Da miedo, intento ser, intento pensar y me sorprendo al día siguiente habiendo vivido ya. Unos instantes de lucidez y la nada del sueño profundo.  Pasó hace no mucho. Intento pensar una solución, como obligarme a "volver" al oír una determinada palabra, o al tocar con las manos algún material en particular. Por ahora no funciona...


martes, 11 de marzo de 2014

Primera noche

Iba nervioso, llegaba tarde. Me lié con los papeleos y se me fue la hora. Mi mal humor se acentuaba con las miradas de compasión de mis compañeros en el despacho. No lograba comprender qué tenía de especial este trabajo. Seguramente eran exageraciones y sería como los demás. No tenía tiempo de pensar en ello. Bajé rápidamente buscando la dirección que me dieron. Una bonita ciudad, un barrio tranquilo, la melodía de una guitarra resuena a lo lejos. No pude leer el informe que me dieron, no sé qué le sucedió a mi predecesor, tendré que ceñirme al protocolo.
 Es hora de ver el trabajo que me espera. Al mirar por la ventana la veo. Sentada tras las teclas de un piano parece quieta. Sus manos permanecen sobre el teclado sin moverse. Parece estar esperando algo. Los ojos grandes, tristes, miran al frente. ¿Será posible que la hayan avisado de mi llegada? Por ahora parece normal.
Cajas, armarios vacíos, una maleta ¿Se va?
Hablamos. Aquella noche hablé con ella y lo entendí, las miradas de compasión, las maletas, las dimisiones sin sentido, el piano. Nos sentamos en el tejado de aquel edificio. Miraba la luna, que se reía de nosotros, miraba el silencio que reinaba alrededor. Miraba el aire que sabía a primavera y entendía su mirada.
 Recuerdo su sonrisa. Aquella de "nunca me vas a conocer". ("¿Qué quieres? ¿Mi corazón? Ten, no lo necesito"). Con unas tijeras en la mano cortaba los hilos que la unían con las personas. Borraba pasados, sueños, vidas, olores y sensaciones. El mundo se detuvo. ¿Trece vidas?

 "Nunca pensé que en la felicidad hubiera tanta tristeza" - Mario Benedetti

Pájaros

A veces tengo miedo. De que esta búsqueda sea eterna. De no encontrar un lugar para mí en el mundo. De que todo sea efímero. De querer abandonar todas mis vidas.
Pero dicen que la esperanza prevalece ante todo así que sigo buscando. Cada vez más lejos, más sola, con más peso en el alma. Esta vez será un gran paso. Tal vez siete mil kilómetros consigan lo que le cuesta tanto trabajo al tiempo.