martes, 11 de marzo de 2014

Primera noche

Iba nervioso, llegaba tarde. Me lié con los papeleos y se me fue la hora. Mi mal humor se acentuaba con las miradas de compasión de mis compañeros en el despacho. No lograba comprender qué tenía de especial este trabajo. Seguramente eran exageraciones y sería como los demás. No tenía tiempo de pensar en ello. Bajé rápidamente buscando la dirección que me dieron. Una bonita ciudad, un barrio tranquilo, la melodía de una guitarra resuena a lo lejos. No pude leer el informe que me dieron, no sé qué le sucedió a mi predecesor, tendré que ceñirme al protocolo.
 Es hora de ver el trabajo que me espera. Al mirar por la ventana la veo. Sentada tras las teclas de un piano parece quieta. Sus manos permanecen sobre el teclado sin moverse. Parece estar esperando algo. Los ojos grandes, tristes, miran al frente. ¿Será posible que la hayan avisado de mi llegada? Por ahora parece normal.
Cajas, armarios vacíos, una maleta ¿Se va?
Hablamos. Aquella noche hablé con ella y lo entendí, las miradas de compasión, las maletas, las dimisiones sin sentido, el piano. Nos sentamos en el tejado de aquel edificio. Miraba la luna, que se reía de nosotros, miraba el silencio que reinaba alrededor. Miraba el aire que sabía a primavera y entendía su mirada.
 Recuerdo su sonrisa. Aquella de "nunca me vas a conocer". ("¿Qué quieres? ¿Mi corazón? Ten, no lo necesito"). Con unas tijeras en la mano cortaba los hilos que la unían con las personas. Borraba pasados, sueños, vidas, olores y sensaciones. El mundo se detuvo. ¿Trece vidas?

 "Nunca pensé que en la felicidad hubiera tanta tristeza" - Mario Benedetti

No hay comentarios:

Publicar un comentario