miércoles, 30 de enero de 2013

No hay límites

Una sucesión de hechos extraños, sin demasiada conexión que asimilan mi vida al interior de un manicomio, todo feliz, con globos, camisas de fuerza rotas, risas y gritos, volar, locuras. Locuras por todas partes. No hay puertas, están arrancadas. La luz del sol, luna y estrellas de noche, tampoco hay techo. Cada loco trae algo nuevo, emocionante, feliz, una idea, un plan. No hay vallas, libertad absoluta, meros trámites para algunas salidas. ¿Saltar desde arriba de la torre? Se puede, porque en vez de caer volarás, escuchando música, gritos, risas. El corazón se sale del pecho, aumenta la velocidad del entorno, la condensación de las horas que pasan, y las listas. Listas interminables, apasionantes. Una sonrisa de oreja a oreja, como el gato de Cheshire (¿te suena?), cuando salgo fuera. La gente me mira y quiere saber mi secreto. No hay límites. Ninguno. La respuesta a todo es ¿por qué no? El deseo marcará el camino.
 Y parezco tan normal. Solo una chica contenta por la calle, que anda como una niña, a pasos grandes, sonriendo.
De acuerdo.

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